


Imagen Titular.
La imagen de nuestro Señor del Huerto es una obra del escultor murciano, José Antonio Hernández Navarro, de Alquerías (Murcia). Ejecutada poco después de 1996 y entronizada en la Iglesia de San Francisco de Puerto de la Cruz, durante el transcurso de una solemne misa celebrada por la Cofradía de la Vera Cruz y Misericordia el 30 de julio del año 2000, coincidiendo con la conmemoración de la festividad del Señor de la Humildad y Paciencia.
José Antonio Hernández Navarro se reconoció, desde sus primeros años, como escultor, no obstante nace y crece en una tierra en la que Francisco Salzillo (1707-1783) dejo muy alto el pabellón de la escultura, y la escuela murciana ha dado también renombrados escultores desde entonces como Juan Porcel (1700-1746), Roque López (1744-1811) y, más modernamente, José Planes Peñalver (1891-1974), José Sánchez Lozano (1904-1996) o Juan Gonzaléz Moreno (1908-1996), hecho que le produce una gran influencia inicial, ya que su formación se basa en la observación de las numerosas obras de estos escultores.
Toma sus primeros modelos de las obras que se exponen al culto en las iglesias de Murcia, influenciándose notablemente por el estilo Salzillesco. El párroco de Alquerías Rvdo. Francisco Aznar Dols, observador de su interés y capacidad, le pone en contacto con D. José Sánchez Lozano, por aquel entonces el más sobresaliente escultor de Murcia y conservador de las obras de Salzillo, pero su personalidad reservada no le propició los conocimientos que él deseaba para seguir desarrollando su creatividad. Orientado por un profesor suyo del instituto, entra en contacto y trabaja en el taller de la escultora Elisa Sequier, practicando el modelado y componiendo sus primeras figuras en madera y escayola. En dicho taller conoce a muchas personas relacionadas con el mundo del arte, como es el caso del escayolista de la escuela de Artes y Oficios, que le enseño a “sacar de puntos”; a Francisco Moreno Galiana, que le enseñó en el campo de la realización de moldes y preparación de aparejos, etc. No obstante, nunca permanece el tiempo suficiente en ningún taller como para decir que tenga un maestro, al contrario, es en los oficiales de dichos talleres con los que Hernández Navarro ha tenido los mejores profesores, ya que en el oficio de escultor es difícil que los maestros quieran enseñar sus “trucos” a los discípulos. Por todo ello no se considera discípulo de ninguno y sí un gran investigador y autodidacta.
Son sus fuentes de inspiración las esculturas clásicas, con sus escorzos y torsos desnudos, obras que conoce a través de libros y láminas (Bernini, Miguel Angel). Admira como obras especiales la Piedad de Miguel Angel, el Yacente de Gregorio Fernández, el San Juan de Salzillo o el Cristo de la Clemencia de Montañés.
No está integrado en ninguna asociación artística, ni mantiene vínculos con otros escultores contemporáneos, si bien muestra interés por conocer las obras que se producen.
Aunque se considera más escultor que imaginero, la práctica totalidad de encargos de Imágenes religiosas y especialmente destinadas a la Semana Santa, hacen que se le conozca más como imaginero y, en ese sentido, busca crear obra que, de alguna manera, rompa con lo creado en la forma y estética, aunque se mantenga en la utilización de materiales y técnicas tradicionales.
Para Hernández Navarro ser escultor no es un oficio, sino una manera de dejar salir fuera sus inquietudes, canalizadas a través de las obras que siempre trata de perfeccionar. No concibe la creación en serie o la repetición de formas, por lo que cada obra, aunque se trate del mismo tema, tiene matices diferentes.